Tu mente es una máquina de crear catástrofes. Pasa horas imaginando los peores escenarios: ¿Y si pierdo el trabajo? ¿Y si me enfermo? ¿Y si esa conversación importante sale terriblemente mal? Vivimos con una especie de zumbido constante de ansiedad por lo que el futuro pueda traer.
Casi todos los consejos que vas a escuchar te van a decir lo mismo: "sé positivo", "no pienses en eso". Pero los estoicos, con su sabiduría de 2000 años, proponían algo radicalmente distinto. En lugar de huir de esos pensamientos, ¿y si los enfrentamos de forma deliberada y controlada?Bienvenidos a la Premeditatio Malorum, o "la premeditación de los males". No, no es una invitación a ser pesimista. Es, como veremos, una de las herramientas más efectivas que existen: una especie de "vacuna" psicológica que nos prepara, nos fortalece y, paradójicamente, nos trae una profunda calma.
¿Qué es Exactamente la Premeditatio Malorum?
Puesto en palabras simples, es un ejercicio mental. Consiste en dedicar un momento, de forma periódica y controlada, a visualizar que perdemos las cosas que valoramos. Puede ser algo chico, como tu taza de café favorita, o algo más grande, como tu trabajo, tus posesiones, tus relaciones o incluso tu salud.
Sé lo que estás pensando: "¿Para qué querría hacer algo tan horrible?". La respuesta es que este ejercicio no se hace para atraer la desgracia, sino para lograr dos objetivos increíblemente poderosos:
1. Construir Resiliencia: Como decía Séneca, "lo que toma por sorpresa tiene un efecto más aplastante". Si ya "viviste" el peor escenario en tu mente, le robás el poder a la sorpresa. El golpe de la realidad, si alguna vez llega, es mucho menos devastador porque, mentalmente, ya estuviste ahí. Estás preparado.
2. Cultivar la Gratitud: Este es el efecto secundario más hermoso del ejercicio. Cuando te tomás cinco minutos para imaginar tu vida sin algo que das por sentado (tu conexión a internet, tu salud, la compañía de un ser querido), y luego volvés al presente y te das cuenta de que todavía lo tenés... el sentimiento de gratitud es inmenso. Te cura de la enfermedad de dar todo por sentado.
¿Qué es Exactamente la Premeditatio Malorum?
Puesto en palabras simples, es un ejercicio mental. Consiste en dedicar un momento, de forma periódica y controlada, a visualizar que perdemos las cosas que valoramos. Puede ser algo chico, como tu taza de café favorita, o algo más grande, como tu trabajo, tus posesiones, tus relaciones o incluso tu salud.
Sé lo que estás pensando: "¿Para qué querría hacer algo tan horrible?". La respuesta es que este ejercicio no se hace para atraer la desgracia, sino para lograr dos objetivos increíblemente poderosos:
1. Construir Resiliencia: Como decía Séneca, "lo que toma por sorpresa tiene un efecto más aplastante". Si ya "viviste" el peor escenario en tu mente, le robás el poder a la sorpresa. El golpe de la realidad, si alguna vez llega, es mucho menos devastador porque, mentalmente, ya estuviste ahí. Estás preparado.
2. Cultivar la Gratitud: Este es el efecto secundario más hermoso del ejercicio. Cuando te tomás cinco minutos para imaginar tu vida sin algo que das por sentado (tu conexión a internet, tu salud, la compañía de un ser querido), y luego volvés al presente y te das cuenta de que todavía lo tenés... el sentimiento de gratitud es inmenso. Te cura de la enfermedad de dar todo por sentado.
La Diferencia Clave: Esto no es Pesimismo, es Estrategia
Es muy fácil confundir este ejercicio con ser un negativo. Pero la diferencia es abismal, y está en la actitud y en el objetivo final.
El pesimista se lamenta: "Todo va a salir mal, no tiene sentido hacer nada". Es una actitud pasiva que lleva a la inacción. El estoico, en cambio, es un estratega. Su pensamiento es: "Ok, esto podría salir mal. ¿Cómo puedo prepararme? ¿Cómo actuaría con virtud si sucediera?". Es una actitud activa que lleva a la preparación.
La mejor analogía es la de un piloto de avión. El piloto practica en un simulador qué hacer si falla un motor. No lo hace porque crea que el motor va a fallar, sino para que, si ocurre, el pánico no lo paralice y sepa exactamente qué hacer. Eso es la Premeditatio Malorum: ser el piloto de tu propia vida.
Guía Práctica: Cómo Hacer este Ejercicio en 5 Pasos
Ok, vamos a los bifes. ¿Cómo se hace esto en la práctica sin terminar deprimido? Con un método claro y empezando de a poco.
Paso 1: Programá un Momento Tranquilo
No necesitás más de 5 o 10 minutos. Hacelo a la mañana, con un café o un mate, antes de que el día te pase por encima. Es una práctica ideal para tu rutina de diario.
Paso 2: Empezá por lo Chico
Este punto es clave: no arranques imaginando grandes tragedias. Eso requiere más entrenamiento. Empezá con inconvenientes cotidianos:
- Imaginá que se te corta internet justo antes de una entrega importante.
- Imaginá que perdés las llaves de tu casa.
- Imaginá que el mate se te lava al tercer intento.
Paso 3: Visualizá el Escenario (Sin Drama)
Cerrá los ojos por un minuto y visualizá que pasa. No te regodees en el sufrimiento, solo observá la situación: "Ok, pasó esto. ¿Cuáles son las consecuencias inmediatas? ¿Qué tengo que hacer ahora?".
Paso 4: Planificá tu Respuesta Virtuosa
Acá está la magia. Una vez que tenés el problema en mente, preguntate: "¿Cómo respondería a esto con virtud?". Usá las cuatro virtudes como guía: ¿Qué sería lo sabio? ¿Qué sería lo valiente? ¿Lo justo? ¿Lo moderado?
Paso 5: Volvé al Presente y Agradecé
Ahora, abrí los ojos. Sentí el alivio de que nada de eso pasó. Ese simple contraste entre el escenario imaginado y la realidad genera un pico de gratitud inmediato por las cosas que normalmente das por sentadas.
Conclusión: De Mente Frágil a Mente Preparada
La Premeditatio Malorum no te hace negativo; te hace "antifrágil". Te saca del modo "víctima del futuro" y te pone en el modo "estratega del presente". Dejás de ser una persona que le teme a lo que pueda pasar, para convertirte en una persona que se siente preparada para lo que venga.
Este ejercicio convierte la ansiedad —ese miedo difuso y paralizante— en un conjunto de problemas concretos. Y los problemas concretos tienen planes de acción. Te devuelve la calma y, sobre todo, una sensación de control sobre lo único que realmente podés controlar: vos mismo.
Ahora es tu turno. Animate a probarlo esta semana con algo chico. ¿Qué pequeño "desastre" cotidiano vas a premeditar para empezar a entrenar tu resiliencia? ¡Contámelo en los comentarios!